Cómo está cambiando la pandemia el cerebro de los niños

  • Por:jobsplan

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02/2022

Un artículo de Nature que revisa varios estudios preliminares advierte que los efectos colaterales de la pandemia, como los protocolos Covid, los confinamientos domiciliarios, la educación a distancia y en general, las restricciones impuestas para contener los contagios, podrían estar influyendo en el desarrollo de las generaciones futuras desde el mismo momento de su nacimiento.

Aunque en general a los niños les ha ido bien cuando se han infectado con el SARS-CoV-2, una investigación sugiere que el estrés relacionado con la pandemia durante el embarazo podría estar afectando negativamente al desarrollo fetal del cerebro en algunos niños.

Además, los padres y cuidadores agotados podrían estar interactuando de manera diferente o relacionándose menos con sus hijos pequeños, lo que podría repercutir en el desarrollo futuro de las capacidades físicas y mentales de los niños, según concluye un artículo publicado en Nature que repasa las conclusiones llevadas a cabo sobre los efectos de dos años de pandemia en los niños. Las conclusiones son sorprendentes.

En uno de los estudios, investigadores han evaluado el impacto del coronavirus SARS-CoV-2 sobre las diferencias en el desarrollo neurológico entre dos grupos de bebés.

Los investigadores, coordinados por Dani Dumitriu, del Presbyterian Morgan Stanley Children's Hospital de Nueva York y Morgan Firestein, de la Universidad de Columbia, compararon las habilidades motoras y de comunicación de bebés de hasta seis meses de edad nacidos antes y durante la pandemia, utilizando las bases de datos de las que disponían desde 2017 en adelante.

Tan solo unos días después de analizar los primeros datos vieron que los niños nacidos durante la pandemia tenían promedios más bajos en las pruebas de motricidad gruesa, motricidad fina y habilidades de comunicación en comparación con los nacidos antes, con independencia de los padres biológicos hubieran estado previamente infectados o no.

Los investigadores apuntaban a "algo que destila la pandemia en sí misma", señalan en el estudio publicado en el último número de la revista Nature. "Los confinamientos, aunque ha sido cruciales para controlar la propagación del coronavirus, han aislado a muchas familias jóvenes, robándoles el tiempo de ocio y las interacciones sociales. Muchos progenitores y otros cuidadores, estresados y en guardia no han podido proporcionar el tiempo que necesitan los bebés y los niños pequeños".

"Queremos documentar en qué medida está afectando esta situación al desarrollo infantil, las relaciones entre padres e hijos y las relaciones entre pares", señala en Nature James Griffin, del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver en Bethesda, Maryland.

Investigadores de todo el mundo están empezando a publicar sus primeros hallazgos en un marco en el que es difícil encontrar conclusiones sólidas, sobre todo porque muchos laboratorios de investigación del desarrollo infantil cerraron durante la pandemia", apunta este experto.

Los primeros datos apuntan que algunos bebés nacidos durante los últimos dos años podrían estar experimentando retrasos en el desarrollo, mientras que otros podrían haber prosperado si sus cuidadores pudieron estar en casa durante períodos prolongados y había más opciones de que los hermanos pudieran interactuar entre sí. "Al igual que sucede con muchos aspectos de la salud durante la pandemia, las desigualdades sociales y económicas determinan en qué medida afectan más estos efectos colaterales de los confinamientos.

Retraso cognitivo y lectivo ante el que habrá que ponerse al día

Los primeros estudios también sugieren que el empleo de las mascarillas no ha afectado negativamente al desarrollo emocional de los niños. Pero el estrés prenatal podría contribuir a algunos cambios de las conexiones cerebrales, según los primeros estudios, muchos de ellos de carácter preliminar, que aún no han sido sometidos al proceso de revisión por pares de científicos, que aporta mayor consistencia a sus conclusiones. De hecho, algunos investigadores creen que muchos de estos niños cuyo desarrollo se atrasa podrán ponerse al día enseguida.

Un laboratorio que estuvo abierto durante la pandemia, el Laboratorio de imágenes avanzadas para bebés de la Universidad de Brown en Providence, Rhode Island, documentó efectos sobre las habilidades motoras, visuales y del lenguaje como parte de un estudio de siete años de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, en sus siglas inglesas) sobre el desarrollo de la primera infancia.

Sean Deoni y sus colegas utilizan imágenes de resonancia magnética (IRM) y otras técnicas para estudiar cómo los factores ambientales dan forma al desarrollo del cerebro en los bebés y desde el comienzo vieron que a los niños les estaba tomando mucho más tiempo superar las evaluaciones, lo que les llevó a comparar promedios anuales y las variaciones de la puntuación de desarrollo neurológico de los bebés. Descubrieron que la puntuación durante la pandemia eran mucho peor que la de años precedentes.

Los investigadores vieron que entre finales de 2020 y comienzos de 2021 los bebés nacidos en la pandemia obtuvieron casi dos desviaciones estándar menos que los nacidos antes cuando comparaban resultados obtenidos con pruebas similares a las que se usan para determinar el cociente intelectual. Las mayores caídas se daban entre las familias de menos ingresos económicos, más entre niños que entre niñas y lo que más se redujo fueron las habilidades motoras gruesas, una vez descartados sesgos de selección.

Y ¿por qué los bebés nacidos durante la pandemia podrían estar experimentando déficits cognitivos, y especialmente motores? Deoni sospecha que los problemas se derivan de la falta de interacción entre humanos: la cantidad y variedad de palabras que los padres transmiten a sus hijos es menor que en años anteriores, y los bebés y los niños pequeños no están practicando la motricidad gruesa en la misma medida que lo hacían antes porque no juegan regularmente con otros niños ni van a los parques infantiles. "Y desafortunadamente, esas habilidades sentaron las bases para todas las demás habilidades", concluye este experto en Nature.

Cada vez más expertos sugieren también que la llamada "educación a distancia" y el aprendizaje telemático podría estar ampliando las ya grandes brechas de aprendizaje y desarrollo entre los niños de entornos ricos y de bajos ingresos y entre los niños blancos y los niños de color.

Investigadores de Países Bajos han reportado que a los niños les fue peor en las evaluaciones nacionales en 2020 en comparación con los tres años anteriores, y que la pérdida de aprendizaje aumentó un 60% entre los niños de familias de menor nivel socioeconómico.

En partes del África subsahariana, incluidas Etiopía, Kenia, Liberia, Tanzania y Uganda, las investigaciones sugieren que algunos niños han perdido hasta un año completo de aprendizaje lectivo. Y en Estados Unidos, después del primer cierre, un informe de la consultora McKinsey sugirió que los estudiantes de color comenzaron la escuela en otoño con un retraso de tres a cinco meses en el aprendizaje respecto a los estudiantes blancos, entre los que este retraso era de uno a tres meses.

Las mascarillas entorpecen, pero no dificultan

Otra pregunta importante concierne al empleo de mascarillas, que ocultan partes de la cara e impiden la expresión a través de rasgos faciales y dificultan la expresión comunicativa y emocional, lo que también podría estar afectando el desarrollo emocional y lingüístico en los niños.

Edward Tronick, psicólogo de la Universidad de Massachusetts, en Boston, es popular por su experimento Still Face de 1975, que demostró que cuando los padres biológicos de repente se quedaban serios al interactuar con sus bebés, sus hijos al principio intentaban llamar su atención, pero sin éxito, poco a poco iban renunciando y se volvían cada vez más huraños y cautelosos.

Tronick ha publicado un estudio similar para ver si las mascarillas tienen un efecto similar en el que los padres registraron sus interacciones con sus bebés antes, durante y después de que se pusieran mascarilla. Estos expertos vieron que aunque los bebés notaron cuando sus padres se las pusieron, cambiando el gesto, mirando hacia otro lado o señalando la mascarilla con el dedo, después siguieron comunicándose con sus padres igual que antes. "La mascarilla solo interrumpe un canal de comunicación, explican estos expertos. "El padre o madre que la usa todavía es capaz de transmitir el mensaje que necesitan: aquí estoy, hablando contigo, estoy aquí para ti, todavía conecto contigo'.

Las mascarillas tampoco parecen interferir tanto con la percepción emocional o del lenguaje. Un estudio publicado en mayo apuntaba que los niños de dos años entienden las palabras pronunciadas por adultos con mascarillas opacas. Los niños "compensan los déficit de información más fácilmente de lo que creemos", señala la autora principal del estudio, Leher Singh, psicóloga de la Universidad Nacional de Singapur.

Otros investigadores de Estados Unidos han determinado que las mascarillas dificultan que los escolares perciban las emociones de los adultos de forma similar al efecto que causan cuando llevan gafas de sol, pero la gran mayoría de los niños son capaces de filtrar este efecto y captar el mensaje que se les está transmitiendo. "Hay muchas otras señales que los niños pueden usar para analizar cómo se sienten otras personas, como las palabras, la expresión corporal o el contexto", explica la autora principal del estudio, Ashley Ruba, de la Universidad de Wisconsin-Madison.

El estrés en el embarazo debilitó conexiones cerebrales

Otros investigadores están intentando dilucidar si la pandemia podría estar afectando el desarrollo de los niños antes de que nazcan. Catherine Lebel, del Laboratorio de Neuroimagen del Desarrollo en la Universidad de Calgary en Canadá, y sus colegas encuestaron a más de 8.000 personas embarazadas durante la pandemia. Casi la mitad tuvo síntomas de ansiedad y un tercio, depresión, un porcentaje mucho más alto que en los años previos a la pandemia. ¿Cómo afectó este estrés al desarrollo de los bebés en el útero?

Para averiguarlo, los investigadores escanearon con resonancia magnética los cerebros de 75 de los bebés tres meses después del nacimiento y encontraron que los bebés nacidos de personas que sufrieron más angustia prenatal (más síntomas de ansiedad o depresión) mostraron diferentes conexiones estructurales entre su amígdala, una región del cerebro involucrada en el procesamiento emocional, y la corteza prefrontal, área responsable para las habilidades de funcionamiento ejecutivo, señalaron en un preprint publicado el pasado mes de octubre.

En otro estudio anterior, Lebel y su equipo establecieron el vínculo entre la depresión prenatal y las diferencias de conexión cerebral en esas mismas áreas, y sugirieron que en los niños, estos cambios cerebrales se correlacionan con el comportamiento agresivo e hiperactivo en la etapa preescolar. Otros equipos han encontrado que los cambios en la conexión entre estas áreas en adultos son factores de riesgo para la depresión y la ansiedad, ya que son áreas cerebrales involucradas en el procesamiento de las emociones y muchos otros comportamientos diferentes.

Otra investigación ha establecido una asociación similar entre el estrés pandémico prenatal y el desarrollo infantil. El equipo de Livio Provenzi, de la Fundación IRCCS Mondino en Pavía, Italia, vio que los bebés de tres meses de personas que sufriero más estrés y ansiedad durante el embarazo tenían más problemas para regular sus emociones y atención: eran menos capaces para mantener su atención en los estímulos sociales, por ejemplo, y se les calmaba con más dificultad que que a los bebés de personas que estaban menos estresadas y ansiosas durante el embarazo.

Esta experta está estudiando ahora el efecto de los factores estresantes maternos en el cerebro y el comportamiento de los niños. Ella señala que, aunque existe mucha preocupación sobre cómo el estrés prenatal podría afectar a los bebés pandémicos, no significa que los niños vayan a tener problemas el resto de su vida. "Los niños son muy adaptables y maleables y esperamos que las cosas mejoren y que superen lo que sucedió".

De hecho, la investigación realizada para medir el trastorno por estrés postraumático tras desastres naturales sugiere que, aunque el estrés en el útero puede ser dañino para los bebés, no siempre tiene efectos duraderos. "Los niños nacidos de personas que experimentaron un estrés considerable después de las inundaciones de 2011 en Queensland, Australia, mostraron déficits en la resolución de problemas y habilidades sociales a los seis meses de edad, en comparación con los niños nacidos de personas que experimentaron menos estrés. Pero 30 meses después estos resultados ya no se correlacionaban con el estrés, y cuanto más receptivos eran los padres a las necesidades de sus bebés y niños pequeños después del nacimiento, mejor les iba".

Los científicos dicen que es demasiado pronto para sacar interpretaciones significativas en torno a los "bebés pandémicos". Por eso, algunos de estos primeros hallazgos, a menudo inéditos, podrían no reflejar la realidad, mientras que los padres que han participado en estos primeros estudios podrían no ser una muestra representativa porque quizá estaban condicionados por los comportamientos que habían observado antes en otros niños.

"Los padres pueden avanzar jugando y hablando con sus hijos pequeños regularmente y dándoles oportunidades de jugar con otros en entornos seguros. Y las políticas sanitarias que se emprendan destinadas a apoyar a las familias y los niños, embarazadas y puérperas durante la pandemia también podría marcar la diferencia", concluye Provenzi.

Nature 601, 180-183 (2022) doi: https://doi.org/10.1038/d41586-022-00027-4

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