Determinar la frecuencia adecuada de lavado que conviene a cada cabello es una cuestión clave para asegurar una limpieza óptima dado que esto no solo repercute en la apariencia del pelo sino, y lo que es más importante, en su salud. Los expertos indican que el cabello debe ser lavado “cuando éste lo pida”, lo que exige saber identificar bien las necesidades. Aunque depende de cada tipo y del estilo de vida, algunos estudios concluyen que la frecuencia más satisfactoria es 5 o 6 veces por semana. Los expertos insisten en la importancia de desmitificar el concepto de “limpieza excesiva” y de que cuanto más se lave el pelo más cae.
“Lavarse el pelo diariamente no debe suponer un problema si se usan los productos adecuados. Todo depende de las particularidades de cada tipo de cabello. En general se suele indicar que un cabello muy graso debe de lavarse con mayor frecuencia que un cabello seco”, explica Aurora Garre, Medical Marketing Manager de ISDIN.
Tradicionalmente se ha dicho que la limpieza excesiva del cabello puede llegar a eliminar la barrera protectora natural de nuestro cuero cabelludo y, por el contrario, una escasa limpieza puede interferir en su salud, pues se acumula mayor cantidad de grasa, polvo o partículas contaminantes.
Por eso Garre considera necesario dejar claro que “las preocupaciones relacionadas con la "limpieza excesiva" son infundadas tanto objetiva como subjetivamente. “En una publicación de este mismo año se observa como el grado de satisfacción con el estado del pelo y del cuero cabelludo se alcanza tras lavarse el pelo 5-6 veces a la semana”, señala la dermatóloga.
Otros estudios, según Garre, también han concluido que una mayor frecuencia en el lavado es “beneficiosa y preferible que una menor frecuencia en el lavado, con lo que se refuerza la desmitificación sobre la limpieza excesiva”.
En una línea similar se pronuncia Rocío Gil, dermatóloga de la Unidad de Tricología y Trasplante Capital del Grupo Pedro Jaén, quien señala que “lavarse el pelo cada 24-48 horas es lo recomendable para mantener una adecuada higiene del cuero cabelludo”. Únicamente puede ser perjudicial esta pauta en caso de cabellos muy quebradizos o dañados por tratamientos con calor, decoloración u otros químicos, o en casos de cuero cabelludos sensibles e irritables por los champús, “en cuyo caso recomendamos una menor frecuencia de lavado, entre dos y tres veces a la semana”.
Los efectos se la suciedad en el cabello son mayor sequedad, pérdida de luminosidad, cutículas abiertas y encrespamiento. Los factores externos como la polución o las partículas contaminantes pueden llegar a provocar una alteración del cabello que provoca incluso la caída capilar, “sin olvidar la descamación natural o secundaria a enfermedades específicas del cuero cabelludo, como psoriasis o dermatitis seborreica, entre otras, o la producción de un exceso de grasa. Estas situaciones se agravan por la proliferación de determinadas bacterias que empeoran esta sensación de pelo sucio”, precisa Garre.
La suciedad sobre el cabello produce una disminución del brillo y del movimiento por apelmazado de los tallos, añade Gil.
Lo que sucede en el lavado al aplicar champú mezclado con agua es que los componentes surfactantes, es decir, los detergentes movilizan la suciedad y la grasa acumulada para que se eliminen del cuero cabelludo y del pelo con el aclarado, explica esta dermatóloga.
La conclusión, según las dermatólogas, es que el cabello debe ser lavado cuando éste “lo pida”, es decir, adaptando la higiene capilar a las necesidades de cada caso y, sobre todo, evitando el uso de productos agresivos o que perjudiquen al cuero cabelludo.
Los ingredientes presentes en la composición de los champús que limpian el cabello son los tensioactivos, que actúan arrastrando el exceso de sebo, polvo y otras partículas. Dependiendo del tipo de tensioactivos tendremos champús más o menos suaves y respetuosos con la fibra capilar. Cuestión muy importante es realizar un buen aclarado para eliminar todos los restos de estos ingredientes.
Los agentes hidratantes y reparadores del champú son los que restablecen la salud del pelo tras las agresiones sufridas por el día, en relación con agentes como el viento, la humedad, el sol o la polución. Otros ingredientes a lo que ayudan es a prevenir el encrespamiento, los temidos enredos y la descamación de la cutícula.
Algunos ingredientes específicos permiten elegir entre distintas variedades adaptadas a cada necesidad, por ejemplo, para eliminar el exceso de sebo de forma más profunda, eliminar las células descamadas o aportar una alta nutrición, entre otras opciones. “Es importante elegir el champú más adecuado, igual que se hace con los productos de cuidado facial”, precisa la doctora Garre. Solo así se podrán prevenir posibles daños en la fibra capilar y en la cutícula, que es la capa más externa que es la primera línea de protección del cabello frente a agentes externos, y es además responsable de parte de la resistencia mecánica del pelo y controla la hidratación de la fibra capilar.
El cepillado debe ser suave y se recomienda evitar secadores con alta temperatura que alteren la cutícula y la fibra capital.
Y no basta con lavarse el cabello con la frecuencia indicada sino que es necesario seguir un método adecuado. “Es un procedimiento tan básico en nuestra rutina de cuidados que, por lo general, no solemos plantearnos si lo hacemos bien o mal”, señala Garre, lo que nos lleva a cometer errores. Algunos consejos para evitarlos son los siguientes:
Un mito que las expertas consideran necesario erradicar es el de que una mayor frecuencia de lavado acentúa la caída del cabello. “No es así. Y lo verdaderamente importante es cómo lo lavamos y con qué nos lo lavamos, pues debemos evitar aquellos productos que contengan sustancias dañinas, especialmente para nuestro cuero cabelludo”, explica Garre, quien añade que en caso de caída de cabello debe usarse un champú específico con ingredientes que ayuden a preparar el cuero cabelludo para su posterior tratamiento.
En la misma línea se pronuncia Gil, quien advierte también sobre el error de pensar que lavar el pelo a diario produce cada vez más grasa. “Lo que también puede suceder es que se lave con menos frecuencia de la necesaria, lo cual puede llevar a problemas de dermatitis".
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